El estrés no es un virus que te invade desde afuera, sino un malestar creado por ti. Comienza por dejar de decir que «tal persona o tal situación me estresa«, porque con esta afirmación te ubicas en el papel de VÍCTIMA, colocando la responsabilidad del estrés fuera de ti. Si las fuentes de presión te estresan, tendrás que esperar que las mismas desaparezcan o que un rescatador te ayude a eliminarlas. Con esta actitud es imposible reducir tu estrés porque has entregado a los demás y las circunstancias el poder y la libertad para tomar acciones y siempre estarás esperando (con una actitud insoportable de «pobre de mí») que los demás cambien o actúen.
Por lo tanto, debes sustituir la frase de víctima «tal situación me estresa» por la siguiente: «me dejo estresar por tal persona o circunstancia», la cual te dará una nueva perspectiva de la responsabilidad que te ayudará a eliminar las quejas de tu vida. Al mismo tiempo, descubrirás varias opciones para actuar. Una de ellas es un ejercicio mental denominado «Mi zona de influencia». Este es un esquema mental muy sencillo, pero muy eficiente para salir del papel de víctima y para manejar cualquier fuente de presión, es decir, cualquier cambio, molestia, estrés o inconformidad, sin tener que quejarte:
Paso A:
Hazte la siguiente pregunta: «¿La fuente de presión/estrés está fuera o dentro de mi zona de influencia?». La «zona de influencia» es definida subjetivamente por ti como el área dentro de la cual tienes poder y libertad de acción, es decir, donde al utilizar tus recursos, conocimientos, experiencias y habilidades puedes actuar para modificar la fuente externa de malestar. Esta área a veces puede ser ampliada en la medida en que aumentas tus recursos, conocimientos, habilidades y, sobre todo, tu autoestima.<
Paso B:
Si decides que la fuente está dentro de tu zona de influencia, tienes vía libre para actuar. Cuando eres proactivo intentas influenciar la fuente para que se modifique a tu favor. Si el resultado de tus esfuerzos es positivo, significa que lograste cambiar la circunstancia y así resolver el problema. Pero si la situación queda igual a pesar de haber agotado todos los recursos a tu alcance, parece que lo que pensaste que estaba, o debería estar, dentro de tu zona de influencia, en realidad se encuentra fuera de ella. En este caso tienes que seguir con el paso 3, si no, es probable que te resignes, es decir, que vuelvas a caer en el papel de víctima diciendo: «Ya hice todo lo que se puede hacer y la cosa sigue igual. Pobre de mí, me la tengo que aguantar».
Paso C:
En el caso de que la fuente de presión esté fuera de tu zona de influencia, bien sea porque evidentemente está fuera, o porque ya pasaste por el paso 2 sin éxito, hazte la siguiente pregunta: «¿Estoy dispuesto a aceptar la situación/ realidad y a aprender a vivir con ella, si o no?»
Paso C1:
En el caso de que la respuesta sea afirmativa, tu aceptación –si es verdadera– resuelve la situación no porque ésta cambie, sino porque tú cambias de actitud. Ahora tomas la situación con más calma, no te enganchas como antes, y así te quedas mental y emocionalmente libre para avanzar. Recuerda que aceptar no significa resignarse. La resignación es una actitud de víctima que no elimina el malestar.
Paso C2:
Si tu respuesta es «no», tu única opción es estudiar responsablemente los pro y los contra de tu situación actual, y en el caso de que los contra pesen más que los pro, entonces debes tomar la difícil decisión de alejarte de la fuente de presión, es decir, por ejemplo mudarte, divorciarte o cambiar de carrera o de trabajo para buscar algo mejor. A menos que pienses que la misión de tu vida es sufrir. Como víctima no tomas ninguna acción sobre las presiones que están dentro de tu zona de influencia y tampoco te alejas cuando no logras aceptar las que están fuera de ella. Te quedas aguantando una vida cada vez más insoportable, envenenando tu existencia y la de los demás, quejándote todo el tiempo. Ahora, si te levantas en la mañana sabiendo que la vida que estás llevando la escogiste tú y que siempre tienes opciones para tomar nuevas decisiones, eres libre. Como persona libre, aplicas la versión actualizada de la Oración de la Serenidad
Señor:
concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo,
valor para alejarme de aquellas que no puedo cambiar ni aceptar,
y sabiduría para reconocer la diferencia.
En resumen, como persona responsable te levantas todas las mañanas sabiendo que tienes por lo menos una de tres opciones ante cualquier situación de estrés, cambio, presión o malestar:
• PROACTIVIDAD:
Haces todo lo posible para cambiar las situaciones de malestar que crees que puedes cambiar.
• INDIFERENCIA RESPONSABLE («traje de foca»):
Aceptas las situaciones de malestar que no puedes cambiar para que no te afecten.
• HUIDA RESPONSABLE
Te alejes de las situaciones de malestar que no puedes cambiar ni aceptar.
3. ¿QUÉ ES LO PEOR QUE PODRÍA PASAR?
Cuando te des cuenta de que te estás dejando estresar, hazte la siguiente pregunta: «¿Qué es lo peor que podría pasar?». La respuesta que darás dependerá de tu autoestima. Con poca autoestima, tu inseguridad producirá rápidamente una fantasía catastrófica como por ejemplo:
«Me botarán del trabajo, no tendré ingresos para pagar mis gastos y terminaré viviendo debajo de un puente», o algo parecido. Con más seguridad en ti mismo, tendrás una visión del futuro más positiva y responderías por ejemplo: «Puede ser que me boten y que tenga que pasar por un tiempo difícil, pero tengo confianza en mi creatividad e inteligencia y sé que algo inventaré para seguir adelante». Esto significa que mientras más alta sea la autoestima, menos intensa es la percepción de peligro y, por ende, con menos frecuencia se activa la reacción de estrés. Otra pregunta que te puedes hacer es: «¿La fuente de presión atenta contra mi vida?».Si la respuesta es «no», puedes relajarte.
También te puede ayudar a reducir la angustia ante muchas situaciones recordándote esta antigua sabiduría:
HAY DOS REGLAS BÁSICAS PARA VIVIR:
1. NO TE PREOCUPES POR LAS COSAS PEQUEÑAS.
2. TODAS LAS COSAS SON PEQUEÑAS.