"Después de haber vivido, estudiado y trabajado en muchos países diferentes durante más de 40 años, y después de muchas experiencias interesantes de otras culturas, religiones y, sobre todo, de diferentes personas, he llegado a la conclusión de que las diferencias entre nosotros realmente representan una capa muy delgada y superficial, y que bajo de este superficie existe una dimensión donde todos somos iguales y donde compartimos una necesidad universal de sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás. También estoy convencido de que la falta de paz y armonía en el mundo es una expresión colectiva de una agitación y ansiedad interior individual con la que vive la mayoría de las personas.
Un antiguo dicho chino dice:
Cuando el alma se nutre, la persona se vuelve bella,
cuando la persona es bella, hay armonía en el hogar,
cuando hay armonía en el hogar, hay orden en el país,
Cuando haya orden en el país, habrá paz en el mundo.
La crianza y la educación que recibimos nos enseñaron a estudiar y a producir, pero en muchos sentidos no a vivir. Transformados en “haceres” humanos, vivimos absorbidos por lo racional y lo material (y lo digital), con poco tiempo para las necesidades emocionales y espirituales de nuestro ser. Como resultado, vivimos desconectados de las dimensiones más profundas de nosotros mismos y de la vida y, por lo tanto, perdemos la oportunidad de conscientemente experimentar nuestra humanidad común y la conexión universal que existe entre todo y todos.
Esto, a su vez, nos lleva a un mundo lleno de "almas desnutridas" incapaces de compartir su naturaleza constructiva y, en cambio, se expresan de manera distorsionada a través de la depresión, la ansiedad, el estrés, la enfermedad, los conflictos y las sociedades injustas, violentas e inhumanas. Es como si fuéramos una orquesta con 7 mil millones de instrumentos que intentan tocar armoniosamente juntos, pero termina produciendo más ruido que música porque la mayoría de los instrumentos son desafinados.
Por lo tanto, los cambios necesarios para crear un mundo mejor deben comenzar con un proceso de desarrollo individual y personal en el que cada uno de nosotros hagamos lo que sea necesario en nuestra vida personal y profesional para "afinar el instrumento" para que podamos sentirnos mejor con nosotros mismos y mejorar la armonía colectiva. Debemos aprender a crear familias, lugares de trabajo y comunidades donde el alma se pueda nutrir.
Ser proactivos y tomar iniciativas para sentirnos mejor con nosotros mismos es por ende una forma de contribuir a un mundo mejor".