La Ley Universal del Cambio Permanente
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La percepción e interpretación de la realidad
Lo que más que todo nos crea problemas en relación a cómo manejar los cambios es nuestra propia mente. ¿Que hace la mente cuando hay un cambio? Bueno, lo percibe, lo interpreta - y dependiendo de cómo el cambio es percibido e interpretado, reaccionamos de una o de otra forma.
Si nuestra percepción de lo que está ocurriendo es positiva, si interpretamos el cambio como una posible ganancia, un reto favorable o una oportunidad, nuestra reacción será flexible y habrá mayor probabilidad de que logramos adaptarnos.
Si por el otro lado percibimos el cambio como algo negativo, como una amenaza o una perdida, o algo peligroso, o algo que nos va a generar malestar, entonces nuestra reacción será más rígida y defensiva, y terminamos resistiendo al cambio.
¿Conoces la famosa resistencia al cambio, ¿verdad? La observamos muchas veces en las empresas, en los equipos de trabajo, en estos tiempos más que nunca, porque los cambios son cada vez más grandes y frecuentes. Por lo tanto, la exigencia a nuestra capacidad de adaptación y a nuestra flexibilidad ha aumentado mucho en los últimos años. Para lograr vivir y trabajar en bienestar hoy en día, hay que ser mucho más flexible y adaptable que antes.
Hay muchos factores que influyen sobre cómo nuestra mente percibe un cambio. Hay factores tanto internos como externos. Los factores externos más importantes son el ambiente, la participación y la información.
En cuanto al ambiente, los comentarios de los demás, los noticieros de la televisión y radio, los periódicos, los medios sociales influencian como interpretamos la realidad.
El nivel de participación que tenemos en los procesos de cambio también influye mucho en nuestra percepción, especialmente en el contexto laboral. Si estamos siendo participe en lo que está pasando, si estamos involucrados en los cambios que la empresa está realizando, tendremos una percepción distinta que si estamos simplemente recibiendo un email informándonos de un cambio que ya fue decidido e implementado.
De la misma manera, mientras mejor estemos informados acerca de cambios que nos afectan, mayor será la probabilidad de que asumimos una actitud flexible que favorece a la adaptación.
Los factores internos que puedan influenciar nuestra percepción del cambio son sobre todo nuestras creencias, experiencias y nuestra autoestima.
Nuestras creencias, y con ellas nuestros valores, influyen sobre nuestra evaluación de la realidad. Si un cambio es percibido como alineado con nuestros valores, normalmente genera una percepción positiva, pero si va en contra nuestros valores claves, nuestra percepción e interpretación deberían ser negativas y nuestra reacción debería ser de resistencia.
Experiencias del pasado también pueden influenciarnos. Puede ser que lo que está pasando es muy similar a algo que hemos vivido en el pasado. Por ende, este pasado puede influenciar en nuestra percepción del presente.
Sin embargo, es muy importante recordar que, en diferencia a los demás seres vivos, los seres humanos tenemos una opción que las plantas y animales no tienen. Es poder decir:
“este cambio no me gusta”, y
“no me quiere adaptar a este cambio”. Esto no necesariamente es una resistencia contraproducente, sino puede ser una reacción consciente basada en seguridad y valentía personal. No siempre se debe adaptar a cualquier cambio, sobre todo si la adaptación significara comprometer valores importantes.
Pero el factor que más que cualquier otro influye sobre cómo nuestra mente interpreta la realidad y cómo manejamos el cambio en general, es nuestra
autoestima, nuestra seguridad interior, la confianza que tenemos en nosotros mismos. Esto vamos a analizar en la próxima entrega.
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©2022 Jan Moller