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La Dependencia a Otras Personas
La Psicología del Cambio (3)
En el blog anterior vimos cómo, cuando sufrimos de baja autoestima, anclamos nuestro sentido de seguridad en algo externo. Los “ganchos” externos más comunes son el dinero, el poder, el estatus, lo material, las rutinas, otras personas y la verdad absoluta. Al aferrarnos a esto “ganchos”, se convierten en dependencias o apegos que limitan nuestra capacidad de adaptarnos a muchos cambios inevitables de la vida.
EL APEGO A LA PAREJA
En el blog anterior analizamos la dependencia a nuestras rutinas diarias. Ahora vamos a considerar otro gancho, quizás más común todavía: la dependencia a otras personas. Por ejemplo, el apego a la pareja. Aunque el siguiente ejemplo utiliza al hombre inseguro, una mujer con baja autoestima puede mostrar exactamente el mismo comportamiento. En un caso extremo, pero lamentablemente frecuente, como hombre con bajo autoestima, le digo a mi pareja: “ay, mi amor, tú eres la razón de mi vida y no puedo vivir sin ti”.
EL APEGO A LA PAREJA
En el blog anterior analizamos la dependencia a nuestras rutinas diarias. Ahora vamos a considerar otro gancho, quizás más común todavía: la dependencia a otras personas. Por ejemplo, el apego a la pareja. Aunque el siguiente ejemplo utiliza al hombre inseguro, una mujer con baja autoestima puede mostrar exactamente el mismo comportamiento. En un caso extremo, pero lamentablemente frecuente, como hombre con bajo autoestima, le digo a mi pareja: “ay, mi amor, tú eres la razón de mi vida y no puedo vivir sin ti”.
Sueno muy romántico ¿verdad?, pero ¿qué es lo que estoy diciendo? ¿Soy tan inseguro que no puedo vivir sin ella? – esto es una mentira, porque yo viví solo durante muchos años antes de conocerla. Cuando peleamos soy capaz de decirle cosas como: “si me abandonas, me pegaré un tiro y será tu culpa”.
Además, con tanta inseguridad soy un hombre extremadamente controlador y enfermizamente celoso. “¿Dónde estabas? y ¿porque no me llamaste? y con esta falda no vas a salir sola”. Cuando mi mujer quiere hacer una dieta, le digo: “no, no, no hace falta mi amor. Así como tú eres, gordita y rellenita es como a mí me gusta. No hace falta ninguna dieta”.
¿Porque saboteo la dieta de mi mujer? La razón es que ante la posibilidad de que se vuelva más atractiva me siento muy inseguro, ¿qué puede pasar - con todos estos otros hombres que le van a mirar y desear? Tengo que evitarlo, cuesta lo que cuesta.
Además, con tanta inseguridad soy un hombre extremadamente controlador y enfermizamente celoso. “¿Dónde estabas? y ¿porque no me llamaste? y con esta falda no vas a salir sola”. Cuando mi mujer quiere hacer una dieta, le digo: “no, no, no hace falta mi amor. Así como tú eres, gordita y rellenita es como a mí me gusta. No hace falta ninguna dieta”.
¿Porque saboteo la dieta de mi mujer? La razón es que ante la posibilidad de que se vuelva más atractiva me siento muy inseguro, ¿qué puede pasar - con todos estos otros hombres que le van a mirar y desear? Tengo que evitarlo, cuesta lo que cuesta.
LA INSEGURIDAD DEL HOMBRE ANTE LA MUJER
La razón principal por la cual el hombre durante milenios ha oprimido a la mujer es una profunda inseguridad insconsciente que tiene ante ella. Ha creado el paradigma de que la mujer es débil, inferior, pero es una mentira del hombre para engañarse a sí mismo y a los demás. Los antiguos chinos sabían la verdad. Sabían que la mujer, el sexo femenino, es superior, el más fuerte, y que su fuerza superior se radica en su sexualidad.
El poder superior de la sexualidad femenina es evidenciado en la capacidad de la mujer de tener múltiples orgasmos y de dar a luz. Ante esta realidad el hombre se siente inconscientemente inferior, y por eso hay controlar a la mujer y esconderla en la cocina o taparla con vestimenta cuando sale en la calle.
La razón principal por la cual el hombre durante milenios ha oprimido a la mujer es una profunda inseguridad insconsciente que tiene ante ella. Ha creado el paradigma de que la mujer es débil, inferior, pero es una mentira del hombre para engañarse a sí mismo y a los demás. Los antiguos chinos sabían la verdad. Sabían que la mujer, el sexo femenino, es superior, el más fuerte, y que su fuerza superior se radica en su sexualidad.
El poder superior de la sexualidad femenina es evidenciado en la capacidad de la mujer de tener múltiples orgasmos y de dar a luz. Ante esta realidad el hombre se siente inconscientemente inferior, y por eso hay controlar a la mujer y esconderla en la cocina o taparla con vestimenta cuando sale en la calle.
MAMITIS Y PAPITIS
Nacemos como seres dependientes a nuestro ambiente psicofísicosocial. Dependemos de otros para nuestra supervivencia. Crecer con vínculos afectivos nutritivos entre los miembros de la familia es una necesidad muy importante para el desarrollo de la autoestima. Sin embargo, entre padres e hijos pueden desarrollarse dependencias destructivas. Por ejemplo, una madre soltera que dice a su hijo de 5 años: “¿tú nunca me vas a dejar como hizo tu papá, ¿verdad?” y le dice: “todo lo que hago lo hago por ti”, y “’qué haría yo sin ti, mi amor?
Ella no es una mala madre, y no tiene malas intenciones con lo que dice a su hijo. Pero sin saberlo, lo está utilizando como “muleta” emocional. Tampoco está consciente de que en la mente de su hijo se está creando la idea errónea de que “la felicidad de mi mama depende de mí, es mi responsabilidad”.
Como adulto, este hombre sufrirá de una dependencia a su madre (“mamitis”) y tendrá problemas para relacionarse con otras mujeres, porque emocionalmente es cónyuge de su madre. Lo mismo puede ocurrir con una hija, que también podrá sufrir de “papitis”. Hay también aquellos hijos que desarrollan “familitis”.
FAMILITIS
Si tienes una pareja con “familitis”, tu hogar es frecuentemente invadido por sus padres, hermanos, cuñados, tíos, primos o sobrinos. A menudo son abusadores, entrando en tu casa sin avisar, vaciando rápidamente tu nevera, sin traer algo para compartir y nunca saben cuál es la hora (o día) decente para retirarse. El problema es que tu pareja nunca les pone límites.
Nacemos como seres dependientes a nuestro ambiente psicofísicosocial. Dependemos de otros para nuestra supervivencia. Crecer con vínculos afectivos nutritivos entre los miembros de la familia es una necesidad muy importante para el desarrollo de la autoestima. Sin embargo, entre padres e hijos pueden desarrollarse dependencias destructivas. Por ejemplo, una madre soltera que dice a su hijo de 5 años: “¿tú nunca me vas a dejar como hizo tu papá, ¿verdad?” y le dice: “todo lo que hago lo hago por ti”, y “’qué haría yo sin ti, mi amor?
Ella no es una mala madre, y no tiene malas intenciones con lo que dice a su hijo. Pero sin saberlo, lo está utilizando como “muleta” emocional. Tampoco está consciente de que en la mente de su hijo se está creando la idea errónea de que “la felicidad de mi mama depende de mí, es mi responsabilidad”.
Como adulto, este hombre sufrirá de una dependencia a su madre (“mamitis”) y tendrá problemas para relacionarse con otras mujeres, porque emocionalmente es cónyuge de su madre. Lo mismo puede ocurrir con una hija, que también podrá sufrir de “papitis”. Hay también aquellos hijos que desarrollan “familitis”.
FAMILITIS
Si tienes una pareja con “familitis”, tu hogar es frecuentemente invadido por sus padres, hermanos, cuñados, tíos, primos o sobrinos. A menudo son abusadores, entrando en tu casa sin avisar, vaciando rápidamente tu nevera, sin traer algo para compartir y nunca saben cuál es la hora (o día) decente para retirarse. El problema es que tu pareja nunca les pone límites.
Todo esto no significa que con alta autoestima no tengamos algunas dependencias. Pero no nos apegamos tan fuertemente a ellas. Por ejemplo, no permitimos quedarnos en relaciones familiares tóxicas de dependencia. Con nuestra seguridad anclada por dentro somos mucho más flexibles y dispuestos a soltar los ganchos externos cuando la vida se nos exige.
Los apegos y dependencias son entonces aspectos limitantes que en nuestro proceso de crecimiento personal debemos concientizar y eliminar. Si no sepamos soltarlos, si seguimos aferrándonos al dinero, el poder, el estatus, las posesiones materiales, las rutinas, otras personas o la verdad absoluta, no podemos avanzar en la vida.
¿Qué tal? ¿Observas alguna dependencia limitante en tu vida que no te permite avanzar como tú quieres? Si es así y no logras liberarte de ella, aunque lo hayas intentado varias veces, no esperes, busque ayuda. Necesitas ayuda para mejorar tu autoestima. ¡Recuerda que mereces ser feliz!
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©2022 Jan Moller
Los apegos y dependencias son entonces aspectos limitantes que en nuestro proceso de crecimiento personal debemos concientizar y eliminar. Si no sepamos soltarlos, si seguimos aferrándonos al dinero, el poder, el estatus, las posesiones materiales, las rutinas, otras personas o la verdad absoluta, no podemos avanzar en la vida.
¿Qué tal? ¿Observas alguna dependencia limitante en tu vida que no te permite avanzar como tú quieres? Si es así y no logras liberarte de ella, aunque lo hayas intentado varias veces, no esperes, busque ayuda. Necesitas ayuda para mejorar tu autoestima. ¡Recuerda que mereces ser feliz!
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