La Psicología del Cambio
13/05/2022La Dependencia a Otras Personas
28/05/2022 La Autoestima y los Cambios
La Psicología del Cambio (2)
Para comprender de qué manera nuestra autoestima influye en cómo percibimos, interpretamos y manejamos los cambios, vamos a imaginarnos un equilibrista. Está montado sobre una cuerda que se mueve de un lado a otro y, para no caer, necesita adaptarse a los cambios de la posición de la cuerda con flexibilidad, moviéndose de un lado a otro.
La cuerda inestable representa la vida cambiante, lo que significa que
TODOS SOMOS EQUILIBRISTAS TRATANDO DE AVANZAR SOBRE UNA CUERDA INESTABLE.
Para poder mantenernos sobre la cuerda y avanzar sobre ella, debemos ser flexibles y saber inclinarnos hacia ambos lados para adaptarnos a su movimiento.
Nuestra autoestima, o falta de ella, no influye tanto mientras los movimientos de la cuerda de la vida son pequeños, es decir, cuando no ocurren muchos cambios. Sin embargo, cuando se mueve más fuertemente, cuando los cambios son más grandes, nuestro nivel de autoestima se revela y nuestras inseguridades se hacen visibles.
Cuando sufrimos de baja autoestima, tenemos una profunda duda sobre nuestro valor como ser humano. Sentimos inconscientemente que no somos dignos de ser amados y que no merecemos ser exitosos y felices. Nos subestimamos, y cuando la vida nos presenta cambios, sentimos inseguridad y angustia, especialmente porque tenemos poca tolerancia ante la incertidumbre que los cambios producen.
Una manera de compensar este complejo de inferioridad y disminuir la angustia interna, es anclar nuestro sentido de seguridad en algo externo. Es como agarrar unos ganchos para sentirnos seguros cando la cuerda se mueve. Los “ganchos” externos más comunes son el dinero, el poder, el estatus, las posesiones materiales, las rutinas, otras personas y la “verdad absoluta”.
Sustituir la falta de autoestima con un falso sentido de seguridad mediante apegos o dependencias a algo o alguien son mecanismos psicológicos de defensa muy comunes. “Falso” quiere decir, que tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás, pretendemos ser seguros, cuando la realidad interior es todo lo contrario.
Esto funciona aparentemente bien mientras controlamos nuestra situación de vida, pero ¿por cuánto tiempo logramos mantener el control? La vida es un proceso de cambio permanente, lo que convierte los puntos externos de anclaje en ganchos poco confiables. El dinero, el poder, el estatus, las cosas materiales, el empleo, la pareja, todo puede cambiar o desaparecer. ¿Y cuáles serían las consecuencias si nuestro sentido de seguridad y bienestar emocional dependen de estos aspectos de la vida?
¿QUÉ PASA SI LA VIDA NOS EXIGE SOLTAR ALGÚN APEGO PARA PODER AVANZAR?
Vamos utilizar como ejemplo un apego muy común:
LA DEPENDENCIA A LA RUTINA
Tener una rutina puede ser útil en muchos contextos de la vida. No obstante, si no tenemos la flexibilidad para modificar una rutina cuando la situación lo amerita, significa que dependemos de ella para sentirnos seguros. La certeza y la predictibilidad que la rutina nos da reduce nuestra angustia interna. Sabemos lo que va a pasar mañana porque será lo mismo que lo que pasó ayer.
Me levanto en la mañana, tomo el café acostumbrado, leo el periódico de siempre o veo el mismo noticiero en la televisión, voy por el mismo camino hacia el trabajo donde cumplo con las mismas tareas que he realizado los últimos 10 años. Luego me regreso por el mismo camino a mi casa, donde tengo la misma rutina en la tarde. En la noche veo los mismos programas de televisión, y así tengo una vida rutinaria que me hace sentir seguro.
No estamos juzgando una persona que vive así, no es malo buscar seguridad en la vida. Sentirnos seguros es una necesidad de todos. Sin embargo, la pregunta importante es si la fuente de la seguridad que sentimos es externa o interna.
¿Qué pasaría si soy apegado a la rutina de mi vida y al llegar a la oficina en la mañana alguien me dice: “Jan, ayer tuvieron una junta directiva y han decidido cambiar muchas cosas, y escuché que a ti te van a cambiar a otra oficina donde tendrás que hacer muchas tareas nuevas”?
Internamente, entro en pánico. Porque quieren que suelte el gancho de la rutina. Pero no quiero soltarlo, porque solo el pensar en la posibilidad de hacerlo, me da una angustia terrible. Siento el peligro de caerme de la cuerda de nuevo, y mi inseguridad aparece de nuevo. Entonces, ¿cuál será mi reacción? - por supuesto, me resisto al cambio. A lo mejor hasta contemplo renunciar al trabajo, porque la angustia que siento es insoportable.
En el próximo blog estudiaremos otro apego muy común: la dependencia a otras personas.
No te lo pierdes!
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©2022 Jan Moller