El Perfeccionismo
21/06/2022El Superior se Siente Inferior
31/08/2022 El Peligro de Saber Demasiado
La Curiosidad
La curiosidad es el impulso o la energía que a menudo se moviliza dentro del ser humano cuando se encuentra ante algo que no comprende. Al darse cuenta de su ignorancia, se «molesta» y, por dentro, le nace la necesidad de estudiar, investigar y experimentar. De esta manera se abre el
proceso de aprendizaje, en el cual se van acumulando conocimientos.
¿Sabías que hay un peligro en el proceso de aprendizaje? ¿Qué por la acumulación
de conocimientos puedes caer en una trampa mental y asumir una actitud
muy contraproducente ante la vida?
Imagínate que entras en un ambiente totalmente oscuro, por ejemplo, una cueva, llevando contigo una vela encendida. Si colocas la vela encendida en el piso y te acercas, lo que podrás observar es la llama de la vela y alrededor de ella un campo de luz. Donde termina el campo de luz, continúa la oscuridad.
Vamos a suponer que la vela encendida y el espacio iluminado representan nuestros conocimientos, es decir lo que conocemos y comprendemos, mientras la oscuridad representa lo que no conocemos o comprendemos todavía, es decir, nuestra ignorancia.
Cuando el ser humano llega al límite de sus conocimientos y se da cuenta de que hay todavía más que no entiende, su curiosidad se moviliza, y a través del proceso de aprendizaje acumula más conocimientos. En nuestra imagen, el campo de luz se expande y una parte que antes estaba en la oscuridad (o ignorancia), ahora se ilumina (es aprendida y comprendida).
Todo esto está muy bien, y es bueno que la curiosidad nos lleve a aprender cada vez más cosas. Pero aquí hay que observar un fenómeno muy importante: si ahora recorremos el límite de nuestros conocimientos, nos damos cuenta de que sabemos mucho más que antes, pero también de que, al saber más, ¡el límite hacia lo desconocido ha crecido! Ahora hay mucho más que no sabemos que antes. ¡Al saber más, somos entonces más ignorantes!
La Sabiduría Socrática
El famoso filósofo Sócrates vivía en Grecia hace aproximadamente 2.500 años. Entre toda la sabiduría que compartió con el mundo, hay una frase que es especialmente conocida, (aunque algunos estudiosos dudan que ha sido él que la haya dicho): «Sólo sé que no sé nada». Muchos la hemos escuchado, pero no todos entendemos lo que realmente significa.
El sabio se refería a dos cosas: primero, debemos enfrentar lo desconocido con una mente totalmente libre y abierta, sin la influencia de juicios, conclusiones o teorías basados en conocimientos anteriores; y segundo, que debemos comparar los conocimientos con la sabiduría. Esto para evitar de creer que por el hecho de tener conocimientos tenemos «todo clarito» o somos los dueños de la verdad. Según Sócrates, esta arrogancia es una actitud muy contraproducente en la vida.
¿Acaso no conoces a alguien que tiene «todo clarito» o que presume de tener la «única verdad» porque ha estudiado un poco más que otras personas? Vamos a estudiar esta necesidad de «inflar el ego» o lo que los psicólogos llaman el complejo de superioridad, para después darnos cuenta de las consecuencias destructivas que trae. Incluso, quizás llegaremos a la conclusión de que todos, y sin darnos cuenta, caemos en esta trampa de vez en cuando.
La Prepotencia Creativa
La gente prepotente no siempre basa su sentido de superioridad en tener más conocimientos que los demás. El ser humano ha sido muy creativo en cuanto a inventar razones para sentirse «más» que otros. Por ejemplo, hay personas que piensan que tener mucho dinero y bienes materiales las convierten en seres superiores. «Mientras más tengo, más soy –dicen–, y como tengo más que tú, entonces soy más que tú». A veces ni saben más, ni tienen más, pero consideran que el color de su piel es el color superior. Dime tú si has leído alguna investigación científica que compruebe que el arcoíris tiene colores superiores e inferiores. ¿No te parece absurdo?
Otras personas se sienten superiores por su apellido o por la zona donde viven o en su trabajo por su cargo gerencial. ¿Cuántos gerentes, vicepresidentes y directores de empresas (tanto hombres como mujeres) no andan por los pasillos con el pecho inflado sintiéndose superiores? Se consideran tan importantes que ni siquiera dan los «buenos días» y faltan el respeto a la gente, porque según ellos, el «perraje» está por debajo de ellos.
¿Alguna vez has asistido a una reunión de equipo de trabajo para resolver un problema, y el jefe ha tenido «todo clarito» y la única manera de resolverlo? ¿Qué ocurrió con la comunicación? ¿O con la creatividad? ¿O con la motivación? Por supuesto se paralizaron, porque cualquier dueño de la verdad tiene el gran defecto de no saber (querer) escuchar. ¿Y para qué escuchar si tiene todo clarito? Tener todo clarito significa que no hay nada más que aprender.
El complejo de inferioridad
Lo superior es superior sólo con relación a algo inferior. Por lo tanto, el complejo de superioridad no puede existir sin el complejo de inferioridad.
De esto seguiremos hablando en la próxima entrega.
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©2022 Jan Moller